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INTRODUCCIÓN

“Ella es la casa común, es la madre tierra, somos de la tierra…”

Geodisio Castillo, Instituto de Patrimonio Cultural del Pueblo Guna, IPCPG

 

La iniciativa de celebrar un encuentro acerca de las luchas autonómicas se fundamenta en cuestiones de importancia histórica para las sociedades nacionales de la región Centroamericana y del Caribe. Una serie de estructuras opresivas profundamente arraigadas en un legado de exclusiones históricas han perdurado en la región hasta nuestros días, y se han pronunciado a lo largo de nuevas formas de inequidad como resultado de rápidas transformaciones sociales y económicas y nuevas formas de relaciones opresivas, incluyendo aquellas sostenidas por órdenes raciales / étnicos dominantes (Robinson 2013). Durante la segunda parte del siglo XX, los países de esta región -con la notable excepción de Costa Rica- experimentaron importantes conflictos sociales y políticos, incluyendo enfrentamientos armados, que intensificaron las divisiones internas y produjeron diversos tipos de dislocaciones humanas, comprendiendo migraciones interregionales y hacia el exterior, así como el reasentamiento de poblaciones enteras. La posibilidad de pacificación en la región comenzó como un proceso tangible durante la década de 1980 mediante conversaciones de paz para poner fin a los conflictos militares, la inauguración de reformas democráticas y el reconocimiento oficial de las desigualdades étnicas y raciales acumuladas en la región. Sin embargo, este reconocimiento, aunque importante, fue desigual en su alcance y también se caracterizó por otorgar diferentes tipos de derechos a los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en las legislaciones nacionales de los países de la región (Hale 2005).

En Panamá se amplió aún más la posibilidad de crear Comarcas Indígenas y el reconocimiento a derechos colectivos a la tierra, incluso dentro de un marco pionero pero finalmente restringido de autonomía territorial (Gunayala); en Costa Rica, que ha tenido una trayectoria excepcional en cuanto a la falta de reconocimiento de los Pueblos Indígenas, también se amplió la visibilidad pública de las organizaciones Indígenas, especialmente a través de procesos de visibilización de las desigualdades sociales y de sus demandas territoriales; en Nicaragua, la aprobación de un régimen de autonomía regional en 1987 otorgó importantes derechos a los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de la Costa Caribe (Miskitu, Rama, Mayangna); en Honduras, aunque un poco más tarde (en 1995), también se reconocieron oficialmente los derechos a la propiedad colectiva de las tierras de la población Indígena y Afrodescendiente garífuna; en El Salvador -donde ha habido una menor articulación de las demandas colectivas Indígenas- el alcance del reconocimiento es aún limitado; y por último, en Guatemala, con una población predominantemente Indígena a nivel nacional, los acuerdos de paz al final de la guerra permitieron una serie de reconocimientos a la tierra, las lenguas y la justicia consuetudinaria. No obstante, la aplicación efectiva en Guatemala se ha visto truncada por la falta de compromiso político de las élites gobernantes.

En Colombia, existe un marco jurídico avanzado en materia de reconocimiento de derechos colectivos a los Pueblos Indígenas y comunidades Afrodescendientes. Sin embargo, existen diferencias sustantivas en su aplicación en todo el país, como en el caso del Pueblo Étnico Raizal, habitantes del archipiélago de San Andrés y Providencia, para quienes -incluso a la luz de un reconocimiento formal de autonomía administrativa- el ejercicio de los derechos reconocidos aún no se ha materializado en la práctica. Las consultas comunitarias en curso para un Estatuto de autonomía en el Archipiélago acercan esta experiencia a las realidades centroamericanas, ya que los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de las regiones del Caribe oriental de Nicaragua Honduras, Guatemala y Costa Rica comparten con la comunidad raizal conexiones culturales, de parentesco y económicas a pesar de las divisiones jurisdiccionales transfronterizas.

Así, el proceso de reconocimiento de los derechos Indígenas y Afrodescendientes en la región tuvo dos escenarios: por un lado, la dinámica social y política dentro de los contextos nacionales -en relación con la capacidad de los movimientos Indígenas para promover y lograr cambios fundamentales en el orden jurídico y en las políticas públicas de sus respectivos países-; y por otro, el avance y efecto relativo de la legislación hemisférica e internacional progresista en relación con los derechos de los Pueblos Indígenas -especialmente en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y en el Sistema de Naciones Unidas (Anaya 1996). Dentro de este cuerpo legal global y hemisférico, especial consideración para los derechos de los Pueblos Indígenas y Tribales tuvieron el Convenio 169 de la OIT (aprobado en 1989 y jurídicamente vinculante para los Estados), la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (aprobada en 2007) y la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2016).

Sin embargo, a pesar de los avances normativos nacionales y globales relativos a los derechos de los Pueblos Indígenas, su efecto práctico sigue siendo extremadamente precario e incoherente (Aylwin & Policzer 2020). Algunos comentaristas se han referido a esta realidad como “brecha de implementación” (Stavenhagen 2007), “regresión de derechos” y autonomías Indígenas “fragmentadas” (Tauli Corpuz 2020).

En la región centroamericana, las condiciones socioeconómicas y políticas para los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes se han visto agravadas por la adopción por parte de los Estados de modelos de crecimiento económico basados en la explotación de los recursos naturales (extractivismo), el acaparamiento de tierras Indígenas para diferentes fines, y la criminalización y securitización del activismo por la defensa de los territorios (Goett 2018). Muchas veces, las comunidades Indígenas se han quedado sin las protecciones legales mínimas debido a disputas fronterizas transnacionales en zonas marítimas -como en el caso de las comunidades Raizales y Creole en Colombia y Nicaragua, respectivamente-, lo que ha puesto en peligro crítico la capacidad de estas comunidades para acceder y proteger sus medios de vida. Esta situación ha provocado nuevos ciclos de protesta y movilización, estrategias de defensa territorial, intervenciones judiciales y la construcción de alianzas activistas interculturales a nivel nacional, regional y transnacional. Este repertorio de activismos es altamente dinámico y novedoso y, en algunos casos, denota un tipo de política prefigurativa que reconstituye tanto el campo de subjetividades políticas como el locus de acción hacia el cual se dirige el activismo de los movimientos (Coulthard 2014). Las valiosas ideas analíticas que surgen de la erudición Indígena canadiense son de vital importancia aquí, sobre todo en cuestiones relativas a la comprensión de la multiplicidad de compromisos de los Pueblos Indígenas con las instituciones estatales, las normas internacionales y los actores corporativos (Borrows 2017; Sambo Dorough 2021). Es imperativo calibrar las innovaciones políticas prefigurativas de los movimientos y organizaciones que persiguen ejercer el derecho a la autodeterminación -por ejemplo, el papel de los protocolos culturales de larga data- para apreciar plenamente hasta qué punto estas configuraciones de “supervivencia” se relacionan con las normas e instituciones supranacionales que tratan de formular, promover y salvaguardar los derechos de los Pueblos Indígenas (Vizenor 2008, IWGIA 2019; Sieder 2020).

Con la finalidad de entender y apreciar el significado de estas luchas se realizó el encuentro Autonomías Emancipadoras: Intercambio de Saberes en Centroamérica y el Caribe, realizado en el EcoCampus Las Nubes, de York University en Costa Rica del 19 al 23 de abril de 2022. El Encuentro reunió a un grupo de personas pertenecientes a organizaciones Indígenas y Afrodescendientes, académicos y organizaciones civiles internacionales, con el propósito de compartir, intercambiar y difundir conocimientos sobre las Autonomías Emancipadoras en Centroamérica.

La reunión de Costa Rica estuvo precedida por una serie de actividades preparatorias celebradas de manera virtual en el año 2021 entre el Equipo Coordinador del proyecto sobre Autonomías Emancipatorias y un grupo de organizaciones Indígenas y Afrodescendientes de la región. Estas organizaciones habían sido previamente invitadas a una reunión de consulta con la Relatoría de Derechos de Pueblos Indígenas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y facilitada por la Universidad de York, acerca de los alcances del Informe Temático sobre el Derecho de Libre Determinación.

De estas reuniones iniciales emergió la idea de celebrar un encuentro presencial una vez publicado el Informe, que pudiese servir para conocer sus contenidos, recoger las respuestas de las organizaciones y concertar algunas actividades de seguimiento e implementación entre la CIDH y las organizaciones participantes. Durante estos diálogos se nutrió además la idea de organizar una reunión de mayores alcances, en donde se pudiesen presentar, reflexionar y compartir experiencias de luchas por la autonomía desde las distintas realidades nacionales. Y fue así que fue tomando forma el encuentro sobre Autonomías Emancipadoras, con ese doble objetivo, idea que fue formulada a través de un proyecto para realizar la reunión y sometido a un programa de subvenciones del Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá (SSHRC) y apoyado por organizaciones adidas como IWGIA y la Universidad de Chuo.

Nuestros Objetivos

El Encuentro de Costa Rica tuvo tres objetivos primordiales.

En primer lugar, intercambiar información sobre las diferentes dimensiones o manifestaciones de la libre determinación en relación al contexto específico de las realidades centroamericanas, incluyendo el desarrollo de sistemas de autonomía, autogobierno, justicia y derecho Indígena; los procesos de designación y elección de autoridades propias de los Pueblos Indígenas; los derechos sobre sus tierras, territorios y recursos naturales; y los derechos de consulta y consentimiento libre, previo e informado sobre medidas o proyectos legislativos y administrativos de desarrollo o explotación de recursos naturales que puedan afectar directamente el bienestar sociocultural y económico de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes.

En segundo lugar, conocer y evaluar las estrategias organizativas de las autonomías emancipadoras en Centroamérica y sobre las prácticas y experiencias de los Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en el ejercicio de la autodeterminación, así como los obstáculos y desafíos para su ejercicio.

En tercer lugar, el Encuentro perseguía compartir información sobre las respuestas locales y los compromisos con el Informe Temático de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre el Derecho a la Libre Determinación de los Pueblos Indígenas y Tribales en las Américas, incluida la identificación de las actividades de seguimiento y la devolución de los resultados con las organizaciones Indígenas y Afrodescendientes participantes.

Luego del Encuentro se llevaron a cabo actividades de seguimiento y divulgación, destinadas a promover un proceso iterativo de intercambio de conocimientos sobre las respuestas y perspectivas locales de las organizaciones Indígenas y Afrodescendientes con respecto a las normas, instituciones y procesos internacionales. Estas actividades tuvieron un proceso autónomo, dirigido por las propias organizaciones y que resultaron en una multiplicidad de acciones creativas para compartir las experiencias del Encuentro, divulgar el Informe Temático de la CIDH, y fortalecer a las mismas organizaciones en actividades de incidencia legal y política.

Este libro es el resultado de todo ese proceso, enriquecido con la contribución de cada una de las organizaciones que asistieron al Encuentro. Las notas metodológicas en la siguiente sección describen el programa de la reunión y los principios éticos que guiaron los intercambios entre los y las asistentes. Importante es decir que este no es un informe de investigación y tampoco intenta recoger cada aspecto de lo discutido y compartido en el Encuentro. Se trata más bien de un libro que retoma cuestiones fundamentales de la agenda, que reúne aquellos elementos críticos que pueden ser de utilidad para las mismas organizaciones en sus procesos educativos y activistas, y que intenta servir como una memoria – bitácora para reafirmar confianza y compromisos de futuro entre las organizaciones e instituciones que participamos en la reunión.

La primera parte del libro está dedicada a los aspectos relacionados al Informe Temático de la CIDH sobre el Derecho a la Libre Determinación de los Pueblos Indígenas y Tribales. En la segunda parte se presenta una síntesis de las experiencias nacionales de luchas autonómicas en los países de la región Centroamericana y del Archipiélago de San Andrés y Providencia. En la Tercera Parte se presenta un breve reporte de una visita a comunidades y territorios Indígenas del Sur de Costa Rica en donde los y las participantes pudieron conocer de primera mano acerca de los procesos de lucha y afirmación territorial Indígena en esa parte del país. La última parte del libro está dedicada a la síntesis del Encuentro y algunas recomendaciones y líneas de acción hacia el futuro identificadas en un proceso abierto y reflexivo realizado durante el último día del Encuentro.

En la Universidad de York estamos muy agradecidos por la confianza depositada por parte de las organizaciones Indígenas y Afrodescendientes en facilitar este proceso, tanto del Encuentro como de la preparación de este documento. También nuestro agradecimiento a las organizaciones colaboradoras como el IWGIA y la Universidad de Chuo, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Fue un compromiso que asumimos como parte de los acuerdos de la reunión y nos complace a plenitud poder presentarlo a cada una de las personas que nos acompañaron en la reunión de abril del 2022, pero sobre todo a las cientos de comunidades que día a día les confían su representación. Ofrecemos este libro no como un producto acabado, sino como un gesto de confianza, un espacio compartido, un momento de un proceso del cual nos gustaría seguir siendo parte.

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